Opinión

Una nueva era se está gestando y la presencia de todas las personas, entidades e instituciones capaces de sumar hacia un futuro sostenible, equitativo y seguro, en nuestra ciudad y en todo el mundo, es más necesaria que nunca.

Unas últimas décadas de gran cambio tecnológico, que afecta a nuestras vidas cotidianas y empleos, a la configuración de las empresas y organizaciones, a la forma de relacionarnos en el mundo. De cambios tambíen en la estructura social, con sistemas familiares que evolucionan para adaptarse a nuevas libertades, derechos individuales y también exigencias de la vida cotidiana. O aquellos que nos situan en un escenario global para comprender fenómenos a los que estamos todos enfrentados y que requieren de acciones comunes para ser eficientes en una lucha sin precedentes históricos, como es el caso del cambio climático, las desigualdades sociales y sus consecuencias o el equilibrio geopolítico de los grandes bloques mundiales.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible nos ofrecen un tablero en el que jugar para, desde la comprensión de la situación de cada país, avanzar hacia un equilibrio mundial orientado al progreso y la mejora social y humana. Los ámbitos que me interesan se conjugan en este modelo, no sólo por la evidente importancia que tiene la salud, la igualdad, la lucha contra la pobreza o la mejora de la calidad de vida de todas las personas, sino también porque permite situar en planos diversos la acción a realizar.

Sobre la acción y el pensamiento relacionado con ésta, me centro en todo lo que afecta a la vida humana, sus emociones y bases para su conducta. Profundizo en los sistemas de salud y bienestar social y la importancia que tienen para la salud de las personas, desde un punto de vista global. La interconexión entre los diferentes aspectos de la vida requiere miradas amplias y soluciones compartidas.

La infancia y juventud de nuestros días se enfrenta con situaciones estresantes que no favorecen el equilibrio necesario para crecer de forma sana. Los adultos sostienen sobre sus espaldas pesos y responsabilidades que hacen olvidar a veces lo positivo de la vida, las relaciones, la confianza mutua. Las personas mayores, cada vez más longevas, deben adaptarse a una sociedad cambiante e inestable que obliga a una adaptación contínua y a una revisión de valores y costumbres.

Desde este espacio, nos gustaría ofrecer miradas, pensamientos y orientaciones desde las ciencias sociales, de la psicología y la neurociencia y también desde la salud.